Expedición Kindertotenlieder – cuaderno de bitácora

 

Miércoles – 27.06.18

El habitual revuelo en las puertas de la Sociedad Coral de Bilbao hace unos días que cesó. Es verano y tanto padres como niños disfrutan de las merecidas vacaciones escolares. No debería haber nadie más que el personal de administración y algún despistado que ha olvidado sus partituras. Sin embargo, en el hall encontramos una competición de maletas de colorines. Catorce miembros de la agrupación más joven de la casa, el Coro Infantil, van a reinterpretar los Kindertotenlieder de Mahler en un espectáculo multidisciplinar que estrenaron en el Teatro Arriaga el pasado mes de enero. Sin embargo, la aventura no hizo más que comenzar en ese momento ya que no sólo el público quedó entusiasmado con la solvencia de los coralistas sobre el escenario, también fue una grata sorpresa para los responsables de la producción -el Ballet Nacional de Marsella y la compañía de danza ICK Ámsterdam- que decidieron continuar su viaje con ellos. Un recorrido que nos lleva ni más ni menos que hasta el Festival de Rávena, siguiendo en la programación al Quartetto Klimt y precediendo a Riccardo Muti y John Malkovich.

Durante Apparition, los asistentes quedan sumergidos en una atmósfera en la que doce voces se conducen entre tinieblas, naturaleza y animales. Una versión de los cantos a los niños muertos del compositor austriaco transcrita por Franck Krawczyk, pianista y artífice del hilo musical que nos transporta a un mundo imaginario en el que también está presente una criatura de la noche: el lobo. Además de a esta figura oscura y hostil, estos pequeños se enfrentan a un gran reto a nivel técnico, expresivo y personal, in bocca al lupo!

 

 

Después de facturar los equipajes y pasar el control de acceso del aeropuerto de Loiu, ya estamos a bordo del avión rumbo Venecia. Aunque algunos, como Ane Thate y Nicolás Sierra, ya han tenido giras fuera de Bilbao, todos están expectantes. Los afortunados que van en ventanilla, Mateo Ortiz de Urbina y Manu Urqujo, intentan adivinar qué zona sobrevolamos y discuten si son los Alpes, Apeninos, carreteras o canales. Aimar de la Fuente sigue atentamente las jugadas de cartas de Lorea Elorriega y Begoña Elua. Bajo unas gafitas azules encontramos los abiertísimos ojos de Mirari Fernández, la benjamina del grupo que no pierde detalle de las conversaciones de las veteranas Nerea Cabodevilla, Aitana Mella, Ane Pocino, Josebe García y Elixabete Chirapozu: selfies, filtros de Snapchat, instagrammers, musical.lys, peinados, maquillajes… Y con otro tipo de pinturas se le pasa el viaje volando (nunca mejor dicho) a Natalia Chillón, que aprovecha la inspiración aérea para decorar su libreta de diseños. Cerrando la expedición, José Luis Ormazabal, guía y cómplice de los sueños corales de estos pequeños (y a la vez grandes) artistas.

 

 

Sobre la medianoche llegamos al hotel, donde rápidamente nos instalamos en nuestras respectivas habitaciones y no deshacemos la maleta más que para sacar el pijama. Han sido seis meses de intenso trabajo, fines de semana incluidos, y estamos deseando estar con los colegas de Marsella y Ámsterdam.

 

Jueves – 28.06.18

Al día siguiente, con la cara somnolienta bajamos al comedor del hotel que nos recibe con aroma a espresso y donde distinguimos a los glotones que untan los dedos hasta el fondo de un tazón de leche, ya oscurecida por las virutas de las napolitanas, de otros más comedidos que se contentan humedeciendo el pan con un chorrito de aceite de oliva. A pocos minutos a pie de nuestro alojamiento se encuentra el Teatro Alighieri, donde descubrimos anunciado Apparizione, ¡nuestro espectáculo! ¡Qué emoción! ¡Aquello que atisbábamos en la lejanía es una realidad! Intentamos curiosear a través de las puertas de cristal pero aún es demasiado temprano así que proseguimos nuestro paseo por la apacible y calurosa Rávena.

Esquivando bicicletas y perdiéndonos por sus calles nos topamos con la cripta de Dante Alighieri, cerca de la cual cada día se leen extractos de la Divina comedia al son de un arpa. Sin entender completamente el texto pero deleitándonos con la dulce sonoridad del italiano, viene a nuestro encuentro la tour manager del festival para explicarnos los accesos al teatro y restaurante donde comeremos durante nuestra estancia. Porque en Italia, como en casa, con la comida no se juega: antipasto, primo piatto, secondo piatto con su contorno, dolce, y por supuesto, café bajo una sombrilla disfrutando de “il dolce far niente”; pero aquí no hemos venido a no hacer “niente”, así que con un buen plato de pasta (cargado de parmesano) nos adentramos en el teatro.

 

 

Nos dirigimos entre los laberínticos pasillos a una majestuosa estancia presidida por un Steinway gran cola para vocalizar. Lo cierto es que solo el hecho de iluminar las lámparas de araña que cuelgan de los altísimos techos ya impone, pero Jose Luis sabe cómo hacer para acaparar la atención del coro y abstraerlos de estímulos externos. Ahora sí, es el momento de ir a saludar al resto del equipo. Bailarines, coreógrafos, técnicos de escena, etc. nos reciben calurosamente, pero sin duda el más ansiado es el reencuentro con Franck. Uno a uno va abrazando y recordando los nombres de los intérpretes y resaltando cuánto han crecido, porque lo cierto es que el estirón se nota y todos nos tememos que haya que adaptar el vestuario. Bromas aparte, es momento de trabajar. Los doce suben al escenario mientras los dos suplentes siguen atentamente la partitura tomando notas. No pueden descuidarse porque tienen que estar a punto en todo momento por si alguien falla, lo que implica conocer y dominar todos los solos.

Cuando acabamos el “arriba – abajo” hacemos una evaluación del estado en el que nos encontramos. Entre los apuntes en italiano, francés, inglés, alemán, holandés, castellano y euskera sacamos en claro que falta cuerpo y presencia en la escena. No hay contacto con los bailarines, hay que repasar el lenguaje físico y algunas entradas imprecisas. Tampoco podemos olvidar que no hay director y cantan prácticamente a capella enlazando solos que desgarran el silencio, sin mayor referencia que las que perciben del piano que a menudo se encuentra a sus espaldas. Tras cinco horas de ensayo la timidez del comienzo ha desaparecido y las tiernas voces iniciales comienzan a parecerse a rugidos, seguramente la cena en la mesa tiene algo que ver. ¡Cuán universal es la música, tanto como la palabra pizza!

 

 

Tras el agotador ensayo (y homenaje gastronómico de recompensa) improvisamos una sesión de motivación e intercambio de sensaciones. Este tipo de ejercicios resultan muy útiles para cohesionar el grupo y eliminar frustraciones. Muy conscientes de que en menos de 24 horas estarán de nuevo en escena, todos nos retiramos a la cama.

 

Viernes – 29.06.18

El servicio repone los zumos con los que han arrasado los más madrugadores y Franck aguarda pacientemente con un café a que todos hayamos acabado de desayunar porque quiere enseñarnos dos lugares muy especiales para él. La primera parada es en la Basílica di S. Apollinare Nuovo, plagada de impresionantes mosaicos que tratan precisamente un mundo imaginario que el ser humano no puede expresar con palabras pero si visualizarlo a través de gráficos o sentirlo a través de la música. Con esta premisa avanzamos hasta el Battistero Degli Ariani, estructura más antigua del Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO en Rávena. Con el mosaico sobre nosotros, rodeamos la piedra circular del suelo y nos damos la mano. En ese momento de serenidad y armonía, todos sentimos la necesidad de cantar Goizian argi Hastian ante la atónita mirada de otros turistas.

 

 

Después de despedirnos de nuestro excepcional guía, continuamos nuestra visita con la joya de la corona del arte bizantino, la Basílica di S. Vital. Por el camino vamos buscando la sombra para protegernos del sol y una vez dentro, recorremos los rincones buscando trozos de piedra vacíos para enfriarnos. Estamos fascinados, pero tenemos la cabeza en la tarde maratoniana que nos espera, 1ª función a las 19h y 2ª a las 22h, así que sin entretenernos demasiado nos resguardamos del sol después de comer y tras atar varios detalles, llega el momento. Adenalina, vértigo, un poco de miedo pero sobre todo, mucha ilusión. Es hora de disfrutar y darlo todo, show must go on! Sin darnos cuenta ya es viernes por la noche y todo ha pasado. Los fans más incondicionales, los aitas y amas, como no, que han podido seguirnos nos esperan a la salida de artistas. Es el momento de la celebración, los adultos con rosado y los jóvenes con gelato!

 

 

Arrivederci Ravenna!

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Coral de Bilbao